miércoles, 11 de julio de 2012


La Revolución  Tunecina


No sabemos hacia dónde vamos pero somos muy optimistas: nos despertamos y ya no tenemos miedo.
No sabemos hacia dónde vamos pero somos muy optimistas: nos despertamos y ya no tenemos miedo.
“Al pueblo tunecino no lo dejes con hambre ni lo hinches de comer, trátalo con justicia porque si se rebela no podrás con ello”
Bourguiba, en su última visita a Ben Ali en el palacio de Cartago

Uno de los argumentos del gobierno francés para apoyar a Ben Ali era para asegurarse de que se frenara la influencia de las corrientes islamistas, es decir, la presencia del Islam en el espacio público y en la política. ¿Hasta qué punto la Revolución del Jazmín desmiente esta tesis? ¿Qué opina de la siguiente afirmación de Abdelwahab Meddeb: “es mejor una dictadura laica que una democracia islámica”?
No creo que Ben Ali encarnara el modelo de dictadura laica ya que siempre ha utilizado la religión para dar una imagen equilibrada mientras que sus agentes intimidaban a las mujeres que llevaban el velo que él mismo llamó “vestimenta de taifistas” (como los reinos de taifas), es decir, como algo ajeno a nuestra identidad. La respuesta de las mujeres ha consistido en resistir y en entrar en las universidades con un velo nacional, el tradicional sefsari de seda, claro, rechazado por los rectores y la policía universitaria. Aun así hicieron llegar el mensaje a Ben Ali de que “todo menos someternos a tu dictadura”.
El régimen de Ben Ali está lleno de contrastes, sus discursos se contradecían con sus actuaciones, sus promesas eran falsas, trampas y eso lo sabíamos todos. Igual que cuando en varias ocasiones animó a los periodistas a escribir libremente pero sabíamos cuántos detenidos agonizaban en las asquerosas celdas, por lo que nadie más se atrevía a hacerlo.
Pero hay una respuesta a la afirmación de Abdelwaheb Meddeb: es la Revolución del Jazmín, que lo desmiente todo, porque en el caso tunecino, no era cuestión de derrocar una democracia por motivos religiosos, sino por una vida digna y vuelvo a insistir en que los eslóganes no aludían ni por asomo a la cuestión religiosa: Justicia, Libertad y Dignidad Nacional, era lo que oíamos en la reacción del sindicato de abogados.
Si existe al Qaida del Magreb, creo que está tardando mucho en intervenir, o que estará esperando hacer su entrada al final. Pero hasta ahora no nos hemos dividido por motivos religiosos, o sea, que no hay una derecha islámica contra una izquierda laica. Ahora somos como pétalos de jazmín; queremos crear la nueva Túnez juntos porque creemos en la fuerza de la unión y la necesidad de reconciliarnos. Algo que Ben Ali sólo aceptaría con los porcentajes exagerados de los votos a su favor en las cinco elecciones.
Ser tunecino/a es ante todo creer en una vida digna, merced al trabajo. Somos mayoría musulmana, minoría judía y muchos solo creen en ser tunecino con tradiciones inspiradas y mutadas del Islam como herencia cultural. Así que si Francia y la Unión Europea en general, nos presentan y hablan de nosotros como ‘el futuro del integrismo islamista’, es porque siempre intentan justificar sus medidas injustas sobre todo en materia de seguridad por el hecho de que el Magreb es una amenaza, de que los jóvenes que eligieron practicar correctamente y a veces exageradamente lo que se piensa que son los deberes de los musulmanes, pues esto, Occidente lo utiliza como prueba de que somos peligrosos. ¡Fíjese si somos peligrosos que nuestra arma ha sido una barra de pan que ha hecho que algunos jóvenes se levantaran en las manifestaciones! ¡Escuchemos los eslóganes reclamando libertades, justicia y trabajo! Reto a quien encuentre en estos eslóganes un mensaje implícito llamando al famoso yihad. Si fuera así les daría la razón a los gobiernos que nos consideran terroristas.
¿Cree que lo que ha pasado en Túnez puede extenderse al resto del Magreb?
Lo que ha pasado en Túnez es a la vez la acumulación de muchas opresiones e injusticias pero además el hecho de saber que el presidente no está a la altura de nuestras esperanzas. La familia de su segunda esposa se adueñó de todo: desde los equipos deportivos hasta los medios de comunicación, bancos, inmobiliaria, terrenos, proyectos, negocios, turismo, todo de ellos y ni siquiera nos dejaban las migajas y nosotros comparando la Túnez de Ben Ali con la de Bourguiba pero no pueden. Se ha visto que esto no puede llevar a nadie hacia un mañana mejor. Pero ¿quién puede decirle esto al presidente, si todos los gobernadores y altos funcionarios son corruptos, si todos los puestos de trabajo o casi todos los ocupa gente sin mérito y si quien tiene algo que no es correcto, no le convendrá reconocer o defender el derecho y la justicia? Así que esta situación creó una atmósfera de odio y envidia en el seno de las familias, los amigos, los equipos de trabajo y todo dejó de funcionar. Se acumula la riqueza en manos de unos pocos y sin sobornos no se consigue nada.
Muchos recurrieron al refugio de la gente sencilla, que no le queda otro remedio que pedirle clemencia a Dios. No digo esto para menospreciar la nueva ola de islamización en Túnez. Creo que Dios ha hecho mucho esfuerzo en pocos días por los oprimidos, les dio mucha fuerza, mucho coraje para no permanecer en este ambiente asfixiante.
Y ahora el eco de la revolución del pueblo tunecino es a la vez una lección para los dictadores árabes y una garantía para los pueblos de que basta con salir y reclamar justicia si ellos deciden cambiar su suerte. Pero no se puede dar un cambio de manera automática ni es un manual de instrucciones eficaz, no hay por qué inmolarse tal como lo hemos visto estos días en Egipto y en Argelia. Espero que no se siga por este camino, se pierde mucho. Pero hay que salir a manifestarse, atreverse a hacer huelgas, a reclamar la libertad de expresión, el diálogo ciudadano y si hay algo que queremos o que creo que somos, es que somos un pueblo unido contra el miedo. Es importante tener claro que hay que pagar un precio, han caído muchos muertos, mártires que dejaron mucho dolor que llevaremos en nuestro corazón y, por ellos, espero que continuemos hacia la democracia.
¿Cómo ha vivido usted personalmente estos cambios? ¿Cómo se imagina el futuro de Túnez?
Mi experiencia personal: insomnio, llantos, gritos frustrados, mails a todas las personas que conozco relatando los hechos, pidiendo apoyo, pidiendo denunciar el silencio de los gobiernos vecinos. Mi ordenador no se ha apagado hasta hoy ni un minuto.
Primera reacción de mi familia: “¡Cállate! Segunda reacción de mi familia: “¡Olvídanos como sigas con esta locura!”. Pero me atreví, publicaba en Facebook todo lo que veía y opinaba: los vídeos de las manifestaciones, de las respuestas violentas de la policía, mi opinión, mi apoyo incondicional a la “revuelta”, mi indignación ante el silencio de los medios de comunicación tunecinos e internacionales.
Me sorprendió la ignorancia de muchos de mis primos y primas, la indiferencia de otros y por eso insistí cada vez más en hacerles ver la realidad de la dictadura de Ben Ali. Algunos me pedían que me callara porque lo saben pero necesitan vivir, comer, ver crecer a sus hijos y yo no quería callarme, para nada. No puedo guardar silencio ni aceptar un futuro indignante para los míos y para toda la infancia. No sólo eso, también me sentí responsable ante los adolescentes que empezaron a romper sus colegios, a negarse a entrar a clase. Uno se quemó vivo en el patio de su colegio sin entender ni saber el mensaje del Bouazizi: “¡Si no te gusta algo, si te ofenden, quémate!” Eso es lo que defendían los adolescentes pero ignoraban las razones. Empecé a sensibilizarlos, a explicar a los jóvenes tunecinos (que yo no conocía) que no debemos destruir nuestro país ni poner fin a nuestras vidas sino estudiar y defender los valores como la igualdad y la libertad, que no tardarán en hacerse realidad, lo presentía…
Y como me apasiona la política y tengo muchos amigos politólogos y activistas en la oposición no reconocida por Ben Ali, merced a ellos aprendí y discutí mucho y también supe que la revuelta se había convertido en una revolución y de la primera petición en la que se exigía trabajo por méritos se pasó a exigir que Ben Ali dimitiese y que se lo juzgara a él, a su esposa y a su familia (a la que llamamos el Clan de los Trabelsi) y a todos los que desde sus puestos influyentes fueron responsables del sufrimiento de muchas familias tunecinas.
No me imagino el futuro sino que colaboro en él reclamando una república que se rija por una constitución democrática, con especial hincapié en la igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres. Para ello debo volver, intervenir, existir en el escenario político, pero no sola sino con muchas mujeres más.
Zeïneb Toumi es investigadora-doctoranda del Institut dEstudis Universitaris de les Dones de la Universidad de Valencia y licenciada en Lengua y Literatura Hispanicas por la Universidad de La Manouba (Tunez).

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La crisis política en Túnez de 2010-2011,[1] [2] [3] [4] conocida internacionalmente como la Revolución tunecina, y también como la Revolución de los Jazmines o la Intifada de Sidi Bouzid,[5] [6] puesto que comenzó en la ciudad de Sidi Bouzid, en el centro/sur de la zona más poblada del país, se inició como una serie de protestas demócratas, con gran presencia de jóvenes, sentando un precedente decisivo en el mundo árabe cuando consiguieron derrocar al gobierno autocrático de Zine El Abidine Ben Ali. Los medios de comunicación han tomado como fecha de inicio el viernes 17 de diciembre de 2010, cuando el joven universitario y vendedor ambulante Mohamed Bouazizi se quemó a lo bonzo en la ya citada ciudad de Sidi Bouzid, para protestar por la acción de la policía que, al confiscarle su puesto callejero de venta de frutas, le había condenado al paro y a la miseria más absoluta. Los hechos continuaron por la reacción de la población con fuertes protestas ante el suceso, así como el incremento excesivo de los precios en los alimentos básicos, la corrupción, las malas condiciones de vida de los habitantes tunecinos y la falta de oportunidades para superar la crisis económica que sufría el país desde 2008.[7] [8] Éstas fueron las más importantes de los últimos 30 años.[9]
Inicialmente el presidente Ben Ali, que gobernaba desde 1987, mandó reprimir las manifestaciones que se propagaban por todo el país produciéndose 66 muertos en un mes. Posteriormente, cuando se percató de que la revolución se extendía a la vez que sus efectos desestabilizadores se mostraban imparables, ordenó el cese de los disparos indiscriminados por parte de las fuerzas de seguridad contra los manifestantes, anunciando que dejaría el poder en 2014 y prometió libertad de información en todos los medios de comunicación, incluido internet.[10] Unos días después, el 14 de enero de 2011, ante la presión de las protestas, el presidente huyó del país cediendo al poder al primer ministro Mohammed Ghannouchi y refugiándose en Arabia Saudita.[11] El 27 de febrero, poco más de un mes después, Mohammed Ghannouchi anuncia su dimisión como primer ministro del gobierno de transición,[12] tras unos días de intensas manifestaciones en las que miles de manifestantes pedían su dimisión y la del resto del gobierno. El cargo de primer ministro lo pasa a ocupar el mismo día Béji Caïd Essebsi, antiguo decano del Colegio de Abogados de Túnez.[13]

[editar] Cronología de los acontecimientos

Antes del derrocamiento del gobierno de Ben Alí
  • Viernes 17 de diciembre de 2010: El joven desempleado Mohamed Bouazizi, tras perder su fuente de ingresos, se auto-inmola prendiéndose fuego frente al ayuntamiento de Sidi Bouzid.
  • Viernes 24 de diciembre: La policía mata a dos manifestantes en Menzel Bouzayane.
  • Domingo 2 de enero de 2011: El movimiento de internautas Anonymous comienza la Operación Túnez en apoyo a los manifestantes, y sus ataques logran colapsar las páginas web del gobierno tunecino.
  • Martes 4 de enero: Fallece Mohamed Bouazizi como consecuencia de las heridas provocadas por su acción de protesta. Anunciada la huelga general.
  • Viernes 7 de enero: Gran operación gubernamental contra disidentes, deteniendo también a periodistas y activistas (incluyendo al bloguero Slim Amamou).
  • Sábado 8 de enero: Enfrentamientos graves. El día se salda con 9 muertos y 6 heridos de gravedad.
  • Lunes 10 de enero: Ben Ali promete 300,000 puestos de trabajo en un intento por aplacar al pueblo.
  • Martes 11 de enero: Toque de queda en las localidades de Béja, Gafsa, Kasserine y Telab.
  • Miércoles 12 de enero: Toque de queda en la capital. Destitución del ministro del Interior.
  • Jueves 13 de enero: Ben Ali promete retirarse en 2014. Sin embargo, no logra reprimir la violencia y ese día mueren 13 personas más.
  • Viernes 14 de enero: Manifestación multitudinaria en la capital, gritando ¡Fuera Ben Ali! Destitución del gobierno y puesta en vigor del estado de excepción. Horas después el presidente abandona Túnez.
Tras el derrocamiento del gobierno de Ben Alí. Antes del derrocamiento del gobierno de Mohamed Ghannouchi
  • Lunes 17 de enero de 2011: Formación de un gobierno de unidad con carácter provisional, integrado por cuatro ministros de Ben Ali y políticos de la oposición. Anuncio de la legalización de todos los partidos y de la liberación de todos los presos políticos.
  • Martes 18 de enero: Entre protestas populares por un gobierno donde 12 de sus 20 miembros eran fieles a Ben Ali, disueltas por la policía, cuatro ministros de la oposición abandonan el gobierno de unidad.
  • Sábado 22 de enero: Con el gobierno de unidad completamente desestabilizado, la policía, hasta entonces represora de las manifestaciones, se suma a ellas.
  • Domingo 20 de febrero: El gobierno de transición solicita a a Arabia Saudí la extradición de Ben Ali.[14]
  • Viernes 25 de febrero: Miles de personas se concentran frente al Palacio de Gobierno para pedir la renuncia del Ejecutivo de transición y de Mohamed Ghannouchi.[15]
  • Sábado 26 de febrero: Tras otra manifestación de protesta contra el gobierno de transición, en la que los manifestantes pedían su dimisión, se produjeron enfrentamientos entre la policía y los manifestantes, produciéndose 3 civiles muertos y 85 heridos.[16]
  • Domingo 27 de febrero: El primer ministro del gobierno de transición, Mohamed Ghannouchi, anuncia su dimisión del gobierno de transición.[12] El cargo de primer ministro lo pasa a ocupar Béji Caïd Essebsi.[13]
Tras el derrocamiento del gobierno de Mohamed Ghannouchi
  • Lunes 28 de febrero: Dimiten los ministros de Industria, Aziz Chlabi, y de Cooperación Internacional, Mohamed Nuri Yuini, ambos pertenecientes al partido Reagrupación Constitucional Democrática (RCD), del depuesto Ben Ali.[17]
  • Martes 1 de marzo: Dimiten dos nuevos ministros del gobierno de transición, ésta vez los ministros de Desarrollo Regional, Nayib Chebbi (perteneciente al Partido Demócrata Progresista), y de Educación Superior, Ahmed Ibrahim (perteneciente al Movimiento de Renovación).[17]
  • Jueves 3 de marzo: El presidente del gobierno de transición, Fouad Mebazaa, anuncia, en un discurso televisado, la convocatoria de elecciones a una Asamblea Constituyente para el 24 de julio.[18]
  • Miércoles 8 de junio: El primer ministro del Gobierno de transición, Béji Caïd Essebsi, anunció el retraso para el 23 de octubre de la convocatoria de elecciones a la Asamblea Constituyente.[19]
  • 23 de octubre: Elecciones de la Asamblea Constituyente.
  • 13 de diciembre: Moncef Marzouki designado presidente del gobierno.

[editar] Protestas en distintas ciudades del país

Multitud de manifestantes frente al Ministerio del Interior, el 14 de enero de 2011.
Los disturbios estallaron el viernes 17 de diciembre de 2010 cuando el joven Mohamed Bouazizi, de 26 años, se quemó a lo bonzo en la localidad turística de Sidi Bouzid para denunciar abusos administrativos, después de que la Policía le confiscara las frutas y legumbres que vendía en la calle, con el argumento de que carecía del permiso para esa actividad. A partir de ese día empezaron las revueltas sociales que fueron protagonizadas por jóvenes que gritaban consignas contra el gobierno, lanzaban cócteles molotov y se enfrentaban a pedradas con la policía. En las protestas subyacía el clima de descontento por el aumento del paro (cercano al 15%, y que afectaba sobre todo a los universitarios), la corrupción y el empeoramiento de la situación económica. Las sucursales bancarias, sedes de organismos oficiales y comisarías fueron el principal objetivo de la ira de los tunecinos en las protestas.[20]
El miércoles 12 de enero, con Ben Ali todavía en el poder, las autoridades habían reconocido 21 muertes y cientos de detenciones.[21] No obstante, la Federación Internacional de Derechos Humanos (FIDH) aseguraba que tenía identificados a 66 muertos a causa de los disturbios.[20] Posteriormente, el 17 de enero, el gobierno de transición reconoció 78 muertes durante las protestas.[21]
Tras la caída de Ben Ali las protestas no cesaron, y éstas pasaron a ser dirigidas hacia el gobierno de transición comandado por el primer ministro Mohamed Ghannouchi. Los manifestantes argumentaban que el nuevo gobierno era una continuación de la dictadura, ya que tanto el primer ministro como la mayoría de los ministros eran del partido de Ben Ali. Los días viernes 25 y sábado 26 de febrero, las protestas se intensificaron,[15] [16] consiguiendo la dimisión de Ghannouchi como primer ministro.[12]
Hubo negociaciones de parte de opositores como Sihem Bensedrine en procura de una alternativa al gobierno de transición como, por ejemplo, un "comité de sabios".[22]

[editar] Posición y consecuencias en el gobierno de Túnez

El Gobierno de Túnez empezó llamando «actos terroristas» a las protestas de la revuelta, desplegó al Ejército e implantó el toque de queda. El 12 de enero el primer ministro tunecino, Mohammed Ghannouchi, destituyó al ministro del Interior, Rafik Belhaj Kacem, y anunció que todos los detenidos desde que comenzaron las protestas serían puestos en libertad. También anunció la promesa de crear 300.000 nuevos puestos de trabajo. El jueves 13 de enero fue el propio presidente, Zine el Abidine Ben Ali, el que prometió una importante reforma económica y social en el país. Anunció una bajada de precios de productos básicos, libertad de información y aseguró que no volvería a presentarse a la reelección. Con el incremento de las protestas el presidente Zine el Abidine Ben Ali disolvió el Gobierno y prometió convocar elecciones legislativas anticipadas en un plazo de seis meses, pero huyó del país el viernes 14 de enero, dejando el poder en manos del primer ministro, y trató de llegar a Francia en un avión del ejército, pero tras el rechazo del país galo, fue acogido en Arabia Saudita.[20] Unos días después, el 20 de enero, se revelaron más datos sobre el derrocamiento y huida de Ben Alí; se conoció entonces que el Jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas (que había dejado claro desde el inicio de la crisis que los militares no dispararían contra los manifestantes) le dijo a Ben Ali que se tenía que ir de inmediato. Así que el dictador tuvo que marcharse en contra de su voluntad, e incluso al llegar a Arabia Saudita llamó por teléfono al primer ministro para decirle que quería regresar, pero éste le respondió que ya era imposible.[23]

[editar] Doble relevo en la presidencia de Túnez

El primer ministro, Mohammed Ghannouchi, asumió la presidencia interina del país, junto a los presidentes del Congreso, Fued Mebaza, y de la Cámara de Consejeros (Senado), Abdalá Kallel, comprometiéndose a respetar la Constitución y restaurar la estabilidad: "Conforme al artículo 56 de la Constitución y en vista de la dificultad del jefe del Estado para asegurar la gobernabilidad del país, asumo a partir de este momento el cargo de presidente interino". Tras asumir la presidencia, se declaró en todo el país el estado de excepción, prohibiéndose toda concentración de personas en la vía pública. Sin embargo, el Consejo Constitucional decretó el sábado 15 de enero que ante la situación de "vacío de poder" se deberán celebrar elecciones presidenciales en un plazo máximo de 60 días y que, como señalaba la Constitución, el presidente interino sería Fued Mebaza, que era presidente del parlamento y quien en pocas horas juró el cargo.[24] El Consejo Constitucional señaló:[24]
El Consejo Constitucional anuncia que el cargo de presidente está definitivamente vacante, por lo que debemos referirnos al artículo 57 de la Constitución, que establece que en caso de situación vacante de la Presidencia de la República por muerte, dimisión o impedimento absoluto [del Presidente], el presidente del Parlamento ocupará el puesto de presidente de forma interina y deberá convocar elecciones en un plazo de entre 45 y 60 días.

[editar] Enfrentamientos entre el ejército y los partidarios de Ben Ali

Efectivos del ejército efectuando detenciones.
Horas después de anunciarse el arresto del jefe de seguridad del derrocado presidente, Ali Seriati, acusado de motivar la agitación, y mientras se negociaba un gobierno de coalición que habría de asegurar una transición democrática pacífica hasta unos comicios cercanos, el ejército se despliega en la ciudad de Túnez para intentar evitar los saqueos, los incendios y los eventuales tiroteos, disturbios que el ejército achaca a la voluntad de milicias del antiguo régimen para desestabilizar el país. Mientras, multitud de ciudadanos huyen hacia el sur de la capital. Otras fuentes han informado también del arresto de Rafik Belhaj Kacem, ministro del Interior del gobierno depuesto, mientras trataba de huir a Argelia.[25]
En este ambiente caótico el ejército ha asumido la responsabilidad de la muerte de varios francotiradores y del asalto al palacio presidencial. El ejército, paulatinamente, relevó a la policía en la seguridad de la capital.[25] Entre manifestaciones cortadas por el ejército, el lunes 17 de enero se formó un gobierno de unidad que mantenía cuatro ministros del antiguo además de incluir a destacados políticos de la oposición; para ese día, las revueltas se habían cobrado ya 78 víctimas según los datos oficiales.[26]

[editar] Posición y situación de las fuerzas políticas opositoras

Las fuerzas de la oposición criticaron la "violenta represión" de las manifestaciones y demandaron al Gobierno que estableciera un diálogo nacional entre todos los sectores políticos y sociales del país. El secretario general del Movimiento de la Renovación (Etajdid) denunció el "fracaso de la política gubernamental, incapaz de comprender las demandas populares". Vieron en el origen de las protestas el nepotismo del Gobierno y de la familia del presidente Ben Ali.[20]
El portavoz del Partido Comunista de los Obreros Tunecinos (PCOT), Hamma Hammami, fue detenido por la policía en la mañana del miércoles 12 de enero, cuando se encontraba en su domicilio.[27] Según relató él mismo, una veintena de hombres irrumpieron en su casa para detenerlo destrozando la puerta del apartamento y cogiendo el ordenador de su esposa y una cámara de fotos. Posteriormente fue llevado al ministerio del interior dónde permaneció con las manos atadas hasta su liberación. Fue puesto en libertad el 14 de enero, el mismo día de la caída de Ben Ali.[28]
El presidente del partido Congreso para la República (CPR), Moncef Marzouki, exiliado en París (Francia), anunció su vuelta inmediata al país y declaró que Túnez está viviendo una segunda independencia y que ahora "el poder está en la calle" mostrando su satisfacción por la marcha de Ben Alí y solicitando que todos sus "esbirros" abandonen el poder.[29]
El partido islamista Ennahda fue legalizado el martes 1 de marzo por el Ministerio del interior del gobierno de transición.[30] Posteriormente, el 7 de marzo,[31] fue legalizado el CPR de Marzouki junto a otros nueve partidos mas, y el 18 de marzo fue legalizado el PCOT junto a otros seis partidos.[32]

[editar] Consecuencias inmediatas en otros países árabes

Efecto dominó de la revolución de Túnez.
El alzamiento del pueblo tunecino, el primero de corte no islamista que sucede en un país árabe con éxito, ha generado incertidumbre en otros países árabes, cuyos habitantes viven en condiciones similares a los de Túnez, y ha provocado protestas similares y manifestaciones en apoyo del pueblo tunecino. Así, tras conocerse el derrocamiento del presidente unos manifestantes apoyaron a los tunecinos frente a la embajada de Túnez en la capital jordana, Amán, y el domingo 16 de enero un joven argelino se quemó a lo bonzo, al igual que había sucedido en diciembre en Túnez, siendo el cuarto argelino que intentó suicidarse de esa manera en menos de una semana. El mismo tipo de suicidio se repitió el lunes 17 de enero en Egipto, donde un hombre se prendió fuego frente al Parlamento, en pleno centro de El Cairo, y en Mauritania otro hombre se ha quemado frente al Senado de Nuakchot, la capital.[33]
Otras manifestaciones han ocurrido en diferentes países árabes en apoyo de Túnez, como en Egipto, donde los manifestantes se han opuesto también a su propio gobierno, en contraste con el silencio de sus gobernantes, pues sólo Egipto y Qatar han hablado sobre la revolución popular de Túnez, tarde y ambiguamente; Marruecos, incluso, prohibió las manifestaciones solidarias con Túnez.[34] Distinta reacción ha tenido la revuelta en la prensa independiente árabe; el diario libanés As Safir, incluso, llegó a difundir su deseo de que esta primera revolución popular árabe del siglo XXI sea un modelo para el cambio en el mundo árabe esperado desde hace mucho tiempo.[34] En Libia, si bien Muammar al-Gaddafi se declaró a favor del pueblo tunecino, registró protestas violentas en diversas localidades que incluía la quema de comercios. En Gaza también hubo manifestaciones a favor de Túnez.[33]
Después de la multitudinaria manifestación que tuvo lugar en Egipto el viernes 28 de enero de 2011, horas después de que el líder egipcio Mubarak ordenara el cese de los enrutadores y de los teléfonos móviles, con lo cual el país quedó desconectado del mundo, en un intento de que los disidentes no pudieran comunicarse entre sí, las protestas se expandieron con fuerza a Jordania,[35] [36] Siria y Arabia Saudí.[35]

[editar] Reacción internacional

Manifestantes en Nantes (Francia), en apoyo del pueblo tunecino, el 15 de enero de 2011.
Bandera de Unión Europea Unión Europea. La jefa de Política Exterior de la UE, Catherine Ashton, y el Comisario Štefan Füle expresaron conjuntamente su "apoyo y reconocimiento al pueblo tunecino y sus aspiraciones democráticas, que deben ser alcanzados de manera pacífica", instando a "todas las partes a mostrar moderación y mantener la calma para evitar más víctimas y la violencia ". La UE también expresó su "disposición a ayudar a encontrar soluciones duraderas democráticas a la crisis en curso".
Bandera de las Naciones Unidas ONU: Los informes de las Naciones Unidas señalaron que la mayoría de las protestas era de naturaleza pacífica, y que las fuerzas de seguridad habían reaccionado con una fuerza excesiva que no cumplía con los estándares internacionales. Naciones Unidas exigió que el Gobierno realizase una investigación "transparente, creíble e independiente sobre la violencia y las muertes". La Alta Comisionada para Túnez mostró su preocupación por el gran número de arrestos producidos, "incluyendo defensores de los derechos humanos, blogueros y activistas", y lamentó los informes sobre el uso de la tortura y los malos tratos a los detenidos.[20] El secretario general, Ban Ki-moon, afirmó que "la situación política se está desarrollando rápidamente y todos los esfuerzos deben ser realizados por todas las partes interesadas para establecer un diálogo y resolver problemas de forma pacífica para evitar una mayor pérdida, la violencia y la progresividad".
Bandera de España España: El Gobierno de España realizó un llamado a la calma e instó a las autoridades que han asumido provisionalmente el poder a que "promuevan la concertación nacional en estos momentos difíciles" y "convoquen elecciones generales cuanto antes y con plenas garantías".
Bandera de Francia Francia: El presidente francés, Nicolas Sarkozy, declaró que "sólo el diálogo puede aportar una solución democrática y duradera a la crisis actual". El Primer Secretario del Partido Socialista de Francia, Martine Aubry, ha pedido al Gobierno de Francia ser más duro con el gobierno tunecino: "Me gustaría decir a la gente de Túnez que cuenta con el apoyo y solidaridad del PSF, y le pedimos que Francia adopte una posición firme para condenar la represión inaceptable". También prohibió al expresidente de Túnez refugiarse en territorio francés y afirmó que sus allegados radicados en Francia deberían salir del país, negándole así cualquier tipo de apoyo.
Bandera del Reino Unido Reino Unido: El Secretario de Asuntos Exteriores británico, William Hague, condenó la violencia y pidió "un rápido retorno a la ley y el orden, la moderación de todas las partes, un movimiento ordenado y justo hacia elecciones libres y una expansión inmediata de las libertades políticas en Túnez", instando a las autoridades de Túnez "a hacer todo lo posible para resolver la situación pacíficamente".
Bandera de los Estados Unidos Estados Unidos: El presidente estadounidense, Barack Obama, aplaudió la valentía y la dignidad de los tunecinos. Instó a todas las partes a mantener la calma y evitar la violencia. También hizo un llamamiento al gobierno tunecino a respetar los derechos humanos y celebrar elecciones libres y justas en el futuro.
Bandera de República Árabe Saharaui Democrática República Árabe Saharaui Democrática: El gobierno saharaui, a través de su ministro de Asuntos Exteriores, Mohamed Salem Ould Salek, consideró que una nueva etapa ha comenzado en Túnez, a la vez que expresó su "total apoyo a la libre decisión del hermano pueblo tunecino". Además el gobierno saharaui desea "el restablecimiento del orden, la seguridad y la estabilidad en la hermana Túnez, bajo la democracia, la libertad, la justicia y la igualdad".[37]

[editar] Reclamación de deuda odiosa de Ben Alí en Túnez - 2011

En 2011 organizaciones como Actuable y CADTM (Comité para la anulación de la deuda en el Tercer Mundo) reclamaron la declaración de deuda odiosa para los préstamos concedidos a Ben Alí durante su mandato de Presidente de Túnez. La Revolución tunecina acabó con la presidencia de Ben Alí quien huyó del país el 14 de enero de 2011. Él y su familia habían ejercido un control directo sobre la economía del país lucrándose personalmente.[38]

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La importancia de la revolucion Tunecina:

No me ha gustado el planteamiento de algunos comentaristas nacionales e internacionales que hablan de Túnez refiriéndose a una revuelta popular que, a falta de líder político, no se ha convertido todavía en una revolución. Lejos de las consignas, los rumores y las leyendas populares que suele inventarse la gente en estos tiempos de euforia, es necesario hacer un análisis objetivo y veraz para entender la realidad del acontecimiento histórico que está viviendo Túnez. Para ello, debemos reflexionar basándonos en datos reales.

El 15 de enero de 2011, Ben Alí cedió a la presión del pueblo y huyó hacia un destino desconocido para el público, se dice que lo ha acogido Arabia Saudí, algunos hablan de agentes de la CIA que lo habrían secuestrado en el último momento, otros hablan de agentes del Mossad... Eso ahora no tiene importancia, el pueblo ha vencido al dictador. No hay duda de que a partir de ahora esa fecha será la más importante de la historia de Túnez. Sí, los tunecinos han hecho una revolución.
Así que presentaré primero los logros de la revolución tunecina que, además, es única en su génesis, sus características y sus métodos. Luego, en segundo lugar, explicaré la paradoja a la que se enfrenta esta revolución a la que todos los tunecinos, hombres y mujeres, de los parados a los jóvenes, de los líderes de los partidos políticos a los representantes sindicales, deben dar una respuesta.
La revolución tunecina ha alcanzado dos logros significativos que solo pueden augurar un futuro mejor par Túnez. La primera conquista de esta revolución es la derrota de la familia mafiosa (Ben Alí a la cabeza y su gran séquito de parásitos, desde los Trabelsi a los Chiboub, Mabrouk, Materi...). Este primer triunfo es esencial porque tiene un gran significado simbólico, el de un pueblo que ha vencido a una tiranía de una crueldad que sobrepasa todo lo imaginable. Los Trabelsi no se conformaron con saquear las riquezas del país (recursos naturales, patrimonio nacional y cultural, mercados públicos y privados, bancos...), se organizaron en grupos armados para intimidar, asesinar y cortar de raíz cualquier voz que se elevara contra sus fechorías. Se trata de una victoria contra la corrupción que encarnaba esta familia de ladrones y la reivindicación por parte del pueblo de una meritocracia en la que no exista la corrupción y solo prevalezca el talento. El final de los Trabelsi es un mensaje claro a los que estuvieran tentados, en un futuro cercano o lejano, de aprovecharse de su proximidad al poder para acaparar bienes públicos o privados de forma totalmente ilegal. Dicho esto, el esfuerzo de la sociedad civil debe proseguir para pedir cuentas a esas familias y devolverle al pueblo lo que pertenece al pueblo y para presionar a la justicia y al Estado para que se juzgue a los saqueadores y se hagan públicos los resultados de ese juicio y el alcance de los daños materiales y humanos causados por esta mafia antes y después de la huida del dictador.

La relacion entre la revolucion tunecina los jovenes




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